miércoles, 12 de mayo de 2010

Breves momentos de infelicidad

La cabra tira al monte y yo al negativismo vital. Seguro que hay otra forma más correcta de expresarlo pero creo que así nos vamos a entender, tampoco me apetece buscarlo. Pues después de la felicidad y como ya sabemos que esta es efímera voy a explicar algunas causas que me turban.

Una de las cosas que me provoca infelicidad, o inquieta mis efimeros momentos de felicidad, o calma es el barrio donde vivo. No por la gente del barrio, a la que en mayor medida ignoro, ni me interesan sus vidas, tampoco que es que viva en un barrio marginal con yonkis y gitanos, o que sea un barrio descuidado, al contrario es un barrio de lo mas normal, con todo lo que pueda tener un barrio: sus jubilados que ven obras, aunque no haya muchas, su parque de plástico para que los niños no se rompan la cabeza si se caen, su falta de plazas de aparcamiento, que te hacen buscar y buscar; sus policías y otras autoridades vagos que si ven algún problema miran para otro lado, adolescentes que quieren esconderse, su par de baretos, sus inmigrantes mal mirados por los que un día también vinieron de fuera, pero en este caso del campo no de otro país. Lo que turba mi calma y la de muchos otros es que el barrio esta partido en dos por la vía del tren.

Además de ser ya un problema importante por los ruidos y los suicidas o descuidados que mueren por no mirar, a mí lo que me molesta es que tengo el garaje al otro lado de la vía, así que para ir a por la moto o el coche me toca cruzar el paso a nivel dando una especie de paseillo como el los toreros cuando entran a la plaza. Porque siempre que tengo que ir hay gente, jubilados y otra gente ociosa merodeando por la vía, sera que son como los reptiles: necesitan ponerse al sol para calentar su sangre. Peor aún cuando tengo que llevar equipaje o trastos, algo demasiado común viviendo en tres casas a la vez. El colmo es cuando tengo que llevar algo de mi padre que tiene la mala costumbre de llevar las cosas de cualquier forma, con cualquier bolsa o utensilio que sirva como continente de cosas, sobre todo del campo: que bien huele un capazo que acaba de llevar estiércol

Pero lo que de verdad me molesta son los tiempos de espera con la barrera bajada del paso a nivel. Si baja y vas andando no pasa nada, miras bien a ambos lados y si no viene ningún tren cruzas, si vas en moto también es fácil saltarse la barrera. Aunque hay veces que lleva tanto tiempo bajada que hay una especie de barrera humana que te impide cruzar, no solo fisicamente, si cruzas cualquier madre o viejo te va a dar alguna voz, -si es que van como motos-, -no ves que esta ahí al lado-. Pero con el coche la situación es bien distinta. En cualquier semáforo tienes la seguridad de que antes o después se pondrá verde y podrás seguir circulando, aunque tarde un poco no llegara a mas de un minuto, con la barrera de la vía esto no es seguro, la dimensión temporal cambia y no es el reloj casio el que marca el tiempo, será alguna maquina que optimiza los cruces de trenes o algún señor de la Renfe al que le gusta jugar con el tiempo de los demás. Parado frente a la barrera, o en la cola de coches, no sabes lo que durará la espera: un minuto, cinco, veinte, o también se puede medir con otra unidad de tiempo: el numero de trenes, uno, dos, tres, no creo que veinte o puede que ninguno. En ocasiones estas esperando a que pase el tren y de repente se se sube la barrera sin que haya pasado ninguno. Solo hay una cosa cierta frente a la barrera: hay que esperar.

Para evitar cruzar el paso a nivel puedes dar un rodeo, cinco minutos más o menos, en todo caso hay tres semáforos y una rotonda, es una solución desestresante, pero normalmente la tomas cuando ya llevas unos minutos parado y no se atisba ningún tren por las vías. Hay que subir un puente, lo mejor desde el puente es no mirar para la vía, si miras veras que ya han subido la barrera y estas dando una vuelta inútil, debiste esperar. Otra posibilidad frente a la barrera es apagar el motor. En la autoescuela te dicen que si la parada es superior al minuto se ahorra combustible: pero en este caso no conoces la duración de la parada, ni en minutos ni en trenes. Así que estamos en la misma situación que al dar el rodeo, puedes apagar el motor justo en el momento en el que se sube la barrera o inocentemente dejarlo encendido durante minutos viendo como el consumo medio sube décima a décima. Como en cualquier situación siempre hay alguien que gana, en este caso los vendedores de la once que se pelean por vender en la cola del paso a nivel, también los de las gasolineras. Hay veces que pienso que los señores del control de la Renfe tienen una cámara escondida y hacen apuestas sobre que coche será el primero en retirarse de la cola. Como le dije una vez a mi hermana cuando estábamos los primeros detrás de la vía, viendo a mi madre tras los cristales de la ventana: tan cerca y tan lejos.

Otra causa de infelicidad es el piso donde vivo.Primero porque es un primer piso y casi todo exterior, menos mi cuarto. Hay veces que tengo la sensación de que la gente que esta esperando en la barrera de la vía están mirando para arriba. También los vecinos, vecinas cotillas que se comunican a voces por el patio de luces. ¡¡¡ JUANIIIIII COJE LA ROPA QUE ESTA LLOVIENDO !!!. Se que también es mentira pero hay veces que creo que se pasan el día mirando por las ventanas, porque hay veces que al minuto de abrir la puerta de la terraza se oye el timbre de la puerta -se me ha caído un calcetín-. para así echar la charla con mi madre. En el piso donde vivía antes las vecinas no gritaban por el patio de luces, lo único era una familia un poco ruidosa pero soportable.

Algo que también me molesta del piso donde vivo es el baño, porque tiene una ventana al dichoso patio de luces, con lo que da la sensación que alguien te vigila mientras defecas. También que mis padres en un gesto de derroche y lujo en lugar de comprar un plato de de ducha que se amoldase al espacio necesario compraron el más pequeño, por lo que hay que ducharse si estirar mucho los brazos, yo es que necesito un espacio vital amplio.

Otro momento de infelicidad es el insomnio. Ya sabrán, sabréis, los lectores que soy un dormilón nato así que cuando no me duermo me da un poco de ansiedad. Hay dos momentos puntuales que es recordarlos y casi sentir escalofríos. El primero es de hace años, cuando era pequeño y para ir o venir del pueblo solo había carreteras de un solo sentido. Los coches tenían menos potencia y eran mas incómodos por tanto el cansancio al conducir era mucho mayor. Cuando en mi casa el único que tenía carne de conducir era mi padre, si le entraba sueño había dos soluciones a cual peor: La primera era que se fumaba un puro, dejando un asqueroso olor a tabaco en todo el coche. Por cierto que hace unos años intente fumar puros, pero no pude el recuerdo pesa y aunque con el alcohol te envalentonas creo que el noventa por cien o más de los puros a los que les he prendido los he acabado tirando. La segunda opción era mucho peor: mi padre aparcaba el coche fuera de la carretera y se echaba una siestecita, todo bien si no fuera porque mi padre entra dentro de lo que podemos denominar gran roncador. Nos tocaba aguantar al resto con los ojos como platos a que durmiese un rato, o más bien roncase un rato. Claro esta no podíamos salir del coche, ni tampoco hacer ruido para que no se despertase. Aquello era un incordio con ganas de dormir pero sin poder dormir por culpa del ruido.

La peor de todas estas ocasiones fue en un viaje que hice con mi padre a Santander en camión. Para mi desgracia solo había una litera. En la primera noche me dejo que me acostase antes, que él iba a seguir conduciendo un rato más. Feliz de mi me acosté, pero al rato me desperté con sus terribles ronquidos, todo estaba oscuro, frente a mí solo estaba el tapizado de la cabina, pero no me podía dar la vuelta porque estaba espalda con espalda con mi padre, aquello era como estar enterrado vivo, sin poder moverme ni escapar de aquellos ruidos infernales, ahora es muy fácil contarlo pero pasar así una noche, no me gustaría repetirlo. Al día siguiente le deje bien claro que prefería dormir en el furgón con la carga antes que volver a la tumba-litera, me hizo caso al ver la mala cara que tenía.

Otro momento de infelicidad es en los fines de semana que no hay que hacer nada especial y venga alguien a despertarte con prisas, como si se fuese a acabar el mundo. Esa gente que no le gusta dormir y creen que a los demás tampoco. Ya son ganas de molestar al personal. Se ponen a hacer ruido, mueven cosas, hasta ponen el volumen de la radio o la tele más alto para despertarte, que pesados.

Otro momento de infelicidad es puramente fisiologico: cuando tengo hambre sobre todo a la hora de cenar y no se ve que la cena este lista, ni prepaparandose. Sulen ser pocas veces pero mi hermana puede dar fe que lo mejor es que coma algo porque si no los niveles de ira aumentan de forma exponencial. Como se dice en estos casos con la comida de los animales no se juega.

1 comentario: