domingo, 11 de marzo de 2012

El instituto Luis Vives

El pasado mes de febrero fue uno de los mas fríos que se recuerdan, será el cambio climático, sea lo que sea: hizo mucho frió. Más todavía en edificios viejos, mejor dicho antiguos. Si para colmo no funciona la calefacción es difícil prestar atención a nada. Si además el jefe del señor que debía haber ahorrado para pagarla acaba de salir impune por recibir regalos de cuatro corruptos la cosa no va a acabar bien: manifestación improvisada y policía en formacion, la primavera valenciana. Primavera en invierno y con frío, hay que hacer un estudio psicologico sobre los valencianos, todos Alicante y Castellon incluidos, que también forman parte de la comunidad. El epicentro de todo: el instituto Luis Vives, yo estuve allí, pero hace once años.

Fue al segundo instituto al que fui. El primero al que fui era como la cárcel, para los no iniciados el aulario de la facultad de economía. El primer instituto, pues, era un instituto normal y corriente, con sus ladrillitos en la fachada, sus pistas de deporte algo cutres, su cafetería llena de estudiantes que no estudian, su rincón para cosas que no se deben hacer y poco mas. Cuando entré era una comunidad bastante bien avenida, gente normal de catorce a dieciocho años, con sus cosas, pero al final se fue perdiendo el espíritu de buen rollo porque entraron los de la ESO, con doce años. Con la llegada de la ESO se acababa el plan antiguo. Para todos menos para mi, que me quedaron dos, las únicas dos asignaturas que aprobaba todo el mundo pues sabían el examen, todos menos yo. Con el cambio de plan o te cambiabas a la ESO o te tocaba emigrar. -para dos que me quedan es mejor emigrar-.

Acabe en el Luis Vives. Para gente de fuera de Valencia el Luis Vives es lo primero que se ve cuando sales de la Estación del Norte y miras a la izquierda, antes, porque ahora te dejan en la provisional-para siempre estación Pintor Sorolla, que es una birria en comparacion con la del Norte. La primera vez que el mejor atleta de la familia vio la Estacion del Norte se quedo anonadado al ver las vigas de hierro. Volviendo a mi primera vez en el Luis Vives, le dí una vuelta para verlo por fuera, mas que nada porque no sabía donde estaba la puerta. Entre con mucho miedo, bueno estaba muerto de miedo, era la última oportunidad que tenía aquel curso para estudiar algo, si no me cogían allí tendría que trabajar. Le pregunte al conserje que hacia falta para matricularse, me tiró una hoja, el conserje también era un personaje dentro del instituto. Leí la hoja con la poca calma que tenía: Nombre, apellidos, dirección, curso que solicita la matricula, ingresos familiares¿?, horario. Con las prisas y los líos escogí horario nocturno y no vespertino, creo que esto lo he contado mil veces, no hace falta una mas. Al final de la hoja venían las fechas de matricula: del uno al cinco de Septiembre, otro sudor frío, -hoy es seis-. Rellene la hoja y se la entregué, el conserje respondió: en un par de días la matricula. -Ya está, así de fácil- y yo aquí sudando como un pollo pensando que no me cogían.

Aquel era un edificio con historia, nada de ladrillitos en la fachada, al contrario una fachada sobria, pero imponenente, adentro hasta tenia claustro, con sus unas cuatro plantas que le daban cierta alegría y una escultura, supongo que de Luis Vives, los que salían a fumarse un cigarrillo en los pisos superior se asomaban al claustro, por edad no tenían necesidad de esconderse. Hasta capilla, que usábamos como salón de actos. unas bonitas escaleras hacia una buhardilla que hacia de aula de historia del arte. Por cierto que todo el mundo habla de Luis Vives, pero ¿quien fue?: humanista del siglo XVI, coetáneo de otro ilustre famoso que nadie sabe quien es Erasmo de Rotterdam, Erasmus.

Pasaron esos días e hice la matricula, un tramite sencillo, si no fuera por mi manía a llegar pronto para hacer una inspección. El jefe de estudios en persona te hacia la matricula: Me había tocado el grupo L, con la reducida cifra de cincuenta y dos estudiantes, para que ahora se quejen que son veinte. El aula 212, la mas alejada de la puerta. Cuando entre a la reunión con la tutora allí ya faltaban por lo menos diez alumnos, alumnos por decir algo porque aquello ya eran hombre y mujeres, no estudiantes, yo alli era el mas joven y algo alejado de la media de la clase. Con mi gran capacidad para hacer amigos me sente en la primera silla que vi libre y allí me quede, -si alguien quiere algo ya lo pedirá-. Todo el mundo trabajaba, eran tan mayores, y yo allí que era casi la primera vez que salia de la cuna del mueble, Alfafar-Sedavi. La tutora dio las nociones básicas, hasta que llegó al momento en que dijo -los que tengáis asignaturas sueltas debéis preguntar a cada profesor si os deja ir de oyente-, mal empezamos.

Mi magnifico horario era de seis a siete la primera clase y de nueve y media a diez y cuarto la segunda, todo por la tarde-noche. Algo habría que hacer entre clase y clase. Pues aunque parezca mentira la mayoría de días iba de oyente. Mas que nada porque los profesores eran muy buenos. Acabe asistiendo con regularidad a tres de las asignaturas en las que no estaba matriculado, hasta haciendo examenes y sacando mejores notas que los que las cursaban. He de decir que al llegar navidad de los cincuenta y dos que iniciamos el curso quedamos menos de veinte, y a la selectividad solo llegamos ocho o nueve y aprobamos tres o cuatro.

El profesor de valencià, valenciano-catalán, o lo que cada uno quiera era muy bueno, no se perdía en los lios de denominacion del idioma, se ceñía al temario, tanto que en lugar de escoger un manual entre todos los disponibles había escrito el mismo uno, luego nos cobraba solo el gasto de encuadernacion había quien decian que ganaba dinero, no lo creo. Uno de los textos a analizar era una breve relato, de la Iliada o la Odisea,no recuerdo, que contaba una misma historia que mi padre me decía sobre madrugar trabajar y el hambre. Caí en la cuenta de que mi padre no había leído a Homero, pero me contaba la historia igual: Gabilondo y Hoy por hoy son la respuesta. Volviendo al profesor de valencià llego un día en que supe que aquel instituto no era de enseñanza secundaria sino una institucion: ETA asesinó a Ernest Lluch y por la ventana se oia a la gente que se manifestaba. Un alumno, con gana de irse, le pidió que podíamos sumarnos a la manifestacion, el señor profesor se opuso, pero nos explico con pelos y señales el por qué, nos dio un breve discurso sobre el conflicto vasco, su vision y las posibles soluciones, a mi por lo menos me dio que pensar un rato, eso fue lo que me gusto. No trato de convencernos de que su idea era la buena sino que nos hizo pensar y reflexionar. Ya no recuerdo lo que dijo ni cual fue su opinion pero sí que me hizo plantearme las cosas.

El profesor de Historia del Arte era muy bueno también, además tenia cierto parecido con Buenafuente, contaba anécdotas sobre los edificios valencianos de cada estilo, hasta hicimos un trabajo sobre la Lonja de Valencia, que reune todo lo que yo puedo pedir a un edificio, gótico y centro de negocios, con un código de buenas prácticas, no como Wall Street. El comentaba algo sobre un edificio y yo en cuanto tenia un rato libre entre clase y clase me daba un paseo para verlo. Así que mientras si alguno se saltaba una clase se iba a la cafetería yo me de daba un paseito por Valencia. Lo que antes era un foto impersonal se llenaba de sonidos y olores, gente que pasa, las diferentes formas en que la luz incide según la época del año no las muestran las fotos. Conocí algo mas de la ciudad de Valencia, no solo que era la capital de la región, como hasta aquel año, sentí la ciudad. Hasta entonces siempre me sentí más castellano que valenciano, aquel año se igualaron las cosas, aunque no consiguí perder mi acento Jose Bono.

Cuando llegó la selectividad me encontré con muchos de los que el Septiembre anterior habían aprobado aquellas dos asignaturas que yo suspendi. Les fue mal en la selectividad y se habían visto obligados a repetirla, además todo el año estudiando una carrera no elegida ahora estaban verdes, yo en cambio había estado repasando materia todo el año, y tenia los consejos del gran profesor de valencià.

Este febrero cuando han salido los estudiantes a la calle a manifestarse por el frío he recordado aquel año, también he pensado que es posible que los valencianos hayan por fin cambiado su forma de pensar y hayan decidido quejarse y manifestarse por lo que de verdad hay que manifestarse. Pero varias semanas después llega Marzo, de nuevo la mayoría de la gente parece salida del solmania, pintadas ellas, musculados ellos, piercings tatuajes, coches deportivos de poco cilindrada, motos de terraza que solo hacen ruido paradas, cafeterias llenas... solo ha sido un espejismo.

domingo, 15 de enero de 2012

La inspiracion

He perdido la inspiración, aunque tengo varias entradas pendientes de publicar por mas vueltas que les doy no me terminan de gustar y ahí siguen cogiendo polvo, sí es que dentro del ordenador algo puedo coger polvo en formato word o pdf. Aparte de que no encuentro la forma que me guste a las entradas tampoco me vienen a la mente nuevas ideas, no se me ocurre nada mas sobre lo que escribir. Las únicas ideas que me vienen a la mente son sobre política y no quisiera escribir mas sobre política Tampoco es cuestión de darle vueltas siempre a lo mismo, aunque no haga otra cosa.

Algo tendré que poner sobre la inspiración por lo menos para que no caiga esto definitivamente en el olvido. Picasso decía que la inspiración le tenia que llegar trabajando para poder plasmarla, pero siempre he creído que no necesitaba estar trabajando, era un genio que supongo estaría siempre inspirado, lo único que debería hacer es trabajar para plasmar la inspiración. A mi la inspiración me suele venir justo cuando me voy a dormir, y claro, o me duermo y al día siguiente no me acuerdo de nada, o lo apunto en una libretilla y al día siguiente solo tengo una idea de la que no recuerdo la forma exacta, así que estamos en las mismas o peor, frustrado por no recordar exactamente lo que pensaba cuando escribí una pequeña frase. La otra situación en la que me inspiraba era en el autobús, pero ahora ya ni eso. Solo pienso que no tengo ganas de que llegue nunca mi parada. También he perdido parte de inspiración porque ya no tomo apuntes, no uso casi los bolígrafos, todo lo escribo directamente desde el teclado del ordenador, parece que no es lo mismo y aunque mi letra es horrorosa, nunca antes nombrado aquí, me daba la sensacion de que escribiendo primero a mano surgían mejores ideas. La verdad es que Picasso tenia razón, antes como practicaba mas el trabajo de escribir, aunque fuese tomando apuntes, tenia mas posibilidades de anotar correctamente aquello que me pasaba por la cabeza, no solo un esbozo.

En un libro de matemáticas del instituto, matemáticas e inspiración son temas antagónicos, al final de cada tema había una hoja de datos curiosos. En un a de ellas había un científico aburrido al que le gustaba la poesía renacentista italiana: Había hecho un estudio sobre un poeta y su amor platónico. Como no, el amor platónico estaba casada con otro y el poeta solo podía soñar con ella y escribirle versos, supongo que todavía no se había marcado el carácter italiano, pues un italiano de hoy le hubiese tirado los tejos estando casada, siendo lesbiana o hasta un cayo. El caso es que el científico loco había observado que la calidad de las obras subía y bajaba en función de un parámetro: si su amor era correspondido o no. Cuando la amada del poeta le hacia mas caso el poeta dejaba de escribir bien, se volvía un hortera, como cualquier italiano que se precie, que rebosaba azúcar en todos sus versos. Hasta tal punto que la amada lo mandaba a tomar viento y él caía en la desesperación, de aquí salían sus mejores versos, de nuevo a la amada se le derretía en corazón y vuelta a empezar. Y el científico a medir y tomar notas.

Puede que a mi me haya ocurrido algo parecido. Atrás la universidad, y de momento, trabajos precarios mal remunerados, no es que gane mucho ni sea este de momento en el trabajo de mis sueños pero me siento mas realizado en este momento que tiempo atrás. Así que por aquí no hay mucho de donde rascar. Para colmo otro de los sueños conductivos que tenia ya lo he realizado. Una de las entradas que tengo pendiente es sobre la ultima joya de la corona, a ver si me vuelve la inspiración y la termino, de momento aquí lo dejo.

También he realizado otro sueño conductivo que si se puede contar, aunque sea incumpliendo las normas de trafico pues he conducido un vehículo a motor sin la correspondiente licencia, he llevado un camión durante unos trescientos kilómetros, para cualquiera eso es trabajar pero para mi era y es un sueño, hijo de un camionero, no podía ser menos. Es una experiencia bastante normal, nada de grandes ambiciones, pero así soy.

Otra posibilidad sobre la perdida de la inspiración es el vacío que se padece cuando se alcanzan las metas a las que se soñaba llegar, el vacío del sueño cumplido. Una vez superado ese vacío uno se fija nuevas metas y de nuevo comienza a soñar con aquello que no se tiene, y se busca. También espero que en la búsqueda aparezca pronto la inspiración, trabajando o no pero que llegue.