miércoles, 17 de febrero de 2010

Hospitales

A propuesta de Ana Rous, una mujer pegada a su cámara de fotos, escribiré sobre hospitales. Siendo sincero me gustan poco o nada, el olor a medicamentos o yo que se que me agobia, soy de los miedosos, de aquellos que no pueden ver mucha sangre porque se marean, tal cual. No me gustan nada, suele haber un silencio chungo y aunque es el lugar donde empieza la vida creo que desde que nació mi hermana solo he ido para desgracias y alguna operación secundaria. Hay normalmente un silencio que parece que precede a la muerte, al dolor o al sufrimiento de la gente que allí esta, aunque en realidad supongo que la mayoría de la gente que esta el hospital no esta moribunda, habrá ido por operaciones de lo más normal o rutinarias para entendernos. Aunque durante muchos años mi abuela iba y venía por su delicada salud yo procuraba no ir.

El caso más claro sobre mi miedo a los hospitales, sangre, enfermedad y demás me paso hace unos años. Como esto será leído por amiguetes y conocidos podre dar nombres, sin que sirva de precedente. José Alberto Landete internacionalmente reconocido como Pitorrillo tuvo un leve percance con el mástil de una azada o herramienta similar que le hizo pasarse varias semanas ingresado. En la gracia inicial le acompañe al ambulatorio de guardia, pensando que no sería nada. Por desgracia al día siguiente acabó en el hospital y por varias semanas. Cuando ya estuvo mejor decidimos hacerle una visita varios amigos, nos equivocamos de día: viernes de fiestas, yo fui con un poco de resaca, varias cervezas y sin haber comido en horas. Pasados diez minutos de estancia en la habitación comienzo a perder la noción de las cosas, no consigo atender a lo que dicen los que están a mi alrededor así que al amigo que tengo al lado le digo que me acompañe fuera, como me ve mas blanco que los del depósito me acompaña. Una vez fuera mejoro un poco y el amigo-enfermero-asistente decide volver dentro. Me apoyo en la pared del pasillo y en lugar de mejorar más me vuelve a dar vueltas la cabeza, quiero ir al aseo pero las piernas no responden, después de varios intentos de recorrer los escasos dos metros que me separan del baño lo consigo, aunque parece que acabo de subir el Everest más que andar dos metros. Con un poco de agua en el estomago todo mejora, me lavo la cara y vuelve el amigo-enfermero-asistente por si me he caído redondo, no, pero falto poco. Vuelvo a la habitación con el verdadero enfermo, parece que ha pasado una vida pero en realidad no ha llegado a cinco minutos. Otra vez para que no nos pasase esto en lugar de ir a ver al enfermo nos fuimos al bar de al lado del hospital a beber cubatas, por si había que encajar malas noticias, creo que algún conocido lector se identificará.

Otra vez, de muy pequeño, acompañe a mis padres a ver al hijo de unos conocidos que había tenido un accidente de trafico, se suponía que estaba bien. Fuimos a la Fe de Valencia y lo primero que pensé que yo allí lo único que podía hacer era perderme, así que supongo que agarraría con mas fuerza que de costumbre la mano de mi madre. Como mi madre me conoce no quiso que entrase en la habitación, me quede en el pasillo. Supongo que estaría estudiando la catequesis por aquellos tiempos, aquello de la extrema unción y cosas así. Justo al lado de la habitación del enfermo había otra habitación que decía "sala de curas" y un poco mas allá otra que no se si era capilla o iglesia. De vuelta a casa mis padres comentaban lo bien que estaba el enfermo y yo pensé para mis adentros -como os han engañado-, el pobre muchacho se va a morir porque lo han puesto donde están los curas de guardia y la iglesia cerca para darle la misa, yo no sabia que la sala era para curar a los enfermos no para los curas estuvieran allí de guardia como si fuesen bomberos esperando el fuego de la muerte.

Todos los amigos que conozco del gremio dicen que lo que sale en las series de televisión es mentira, supongo que sobre todo aquella en la que salia George Clooney que aquello más que unas urgencias parecían un ministerio tercermundista, con todo por el medio y los historiales médicos aparecían en cualquier lado, aquello daba la impresión de no ser nada higiénico. Luego esta House, como serie esta bien pero si tuviese lugar en España ya le hubieran quitado la tontería a tortas. Vamos a imaginar un joven español, de esos que ataca comisarias, enfermo. Llega el doctor House y dice al afectado padre -el nene esta pachucho-. cuando lo que esta es mas cerca del otro barrio que de este, el padre español en lugar de andarse con tonterías le suelta un par de ostias y si es borde una patada en la rodilla, -con el dolor de las personas no se juega-. Para la próxima House se acuerda bien de sus ojos morados y comenta el caso con la seriedad que corresponde.

En la tele o el cine, sobre todo en el de los muchos rombos, suele aparecer el personaje de la enfermera cachonda o maciza, a mi las pocas que me han atendido tenían poco de macizas y menos de cachondas, más bien al contrario, pero tampoco tengo una muestra estadística lo suficiente grande para llegar a conclusiones ciertas. Como no acordarse de Benny Hill y su copia española con Arevalo y Malena Gracia, lamentable.

Por hacer el tonto he acabado una vez en el hospital, alcohol y ciclomotor. Tuve suerte que no me pasara nada, también de que el día que me paso iba bebido porque si no no hay anestesista capaz de limpiarme las quemaduras por "besar" el asfalto, soy muy muy miedoso con las cosas de sangre. Por esto no tengo muchas cosas que contar ni es un mundo que haya observado con atención

martes, 16 de febrero de 2010

Beethoven y mi abuelo

De vez en cuando me toca ir o venir del pueblo solo con mi madre o con mis tías. Para estas ocasiones llevo siempre un cd con las sinfonías de Beethoven en mp3. Me gusta la música clásica aunque debido a que hay tanta cantidad y de tanta calidad que no escucho todo lo que me gustaría, además que como la cabra tira al monte yo siempre vuelvo al rock y al heavy. A parte de que a ellas les guste la música clásica hay otra razón para ponerles Beethoven. Es una razón maquiavelica y algo rebuscada: mi abuelo era músico y al escuchar música clásica se acuerdan de él, el fin es que guarden silencio, me dejan un ratejo tranquilo para conducir, y no me calientan la cabeza. También hay otro componente en poner música de Beethoven es que mi abuelo también se quedó sordo con la edad.

Como he escrito antes no soy todo lo aficionado que quisiera a la música clásica pero siempre preferí a Beethoven antes que a Mozart, no por calidad sino mas bien por afinidad, a parte de lo que compartía con mi abuelo, sordo y de gesto serio, Mozart siempre me pareció como el atleta que gana porque tiene unas condiciones físicas y genéticas especificas. Como ejemplo los atletas africanos en las distancias medias, que arrasan, o los negros de la NBA, que según un profesor de ciencias naturales eran una raza superior, porque su físico es mejor que el de los blancos. Durante una época, cuando los mp3 estaban aun en pañales y eran carisimos me aficione a escuchar radio clásica en los días que me quedaba a comer en la universidad, de ahí que algo de música clásica haya escuchado.

La cuestión es que Beethoven aun siendo sordo era capaz de componer música y lo mas importante que fuese buena, "pensaba" música aunque no pudiese escucharla. Esto es algo que mi cerebro no puede hacer, cualquiera que me conozca un poco sabe que aun gustándome mucho la música soy incapaz hasta de tararear cualquier melodía para que la gente me entienda. Beethoven en cambio aun sordo era capaz de imaginar como sonaría aquello que estaba componiendo añadiendo la dificultad de la cantidad de instrumentos que componen una orquesta sinfónica. Alguna vez se ve por la tele la orquesta completa ensayando y comprendo lo difícil que debe ser sincronizar tanta gente, las horas que deben dedicar, mas yo que soy del refrán: "a la mano del hombre no se le resiste nada, lo que no puede lo deja"

Ahora hace diez años que murió mi abuelo, y diez años y un mes de mi abuela. Con mi abuelo no mantuve una relación especial, más que nada por la distancia y que cuando estaba vivo yo iba al pueblo a jugar o ayudar a mi padre, también porque las relaciones humanas no son mi fuerte. Mi madre dice que me parezco, si somos un poco agrios en las formas pero buenos en el fondo, como diría otra profesora "de carácter castellano". Recuerdo que nos pegaba buenas voces cuando íbamos de un lado a otro corriendo, entonces creí que lo hacía para reñirnos, lo que pasaba que es de normal hablaba con la voz alta porque estaba sordo. También lo recuerdo viendo los toros, le gustaban bastante. Mi hermano dice que se aficiono al motociclismo cuando veía con el las carreras por la tele los domingos por la mañana, yo que soy un dormilón estaba durmiendo hasta muy muy tarde. También era aficionado a ir al hogar del jubilado a echar la partida, pero esto hay que preguntárselo a Jamc que era quien lo llevaba.