lunes, 27 de diciembre de 2010

En el tintero

No se porque en estas últimas entradas nada mas acabarlas creo que ya he puesto todo lo que me vino a la cabeza, pero luego con los días recuerdo de cosas que no llegue a poner, ya que estoy pues puedo añadir algo mas. Podría volver a editarlas, pero volver a leerlo todo de nuevo para que solo haya un párrafo nuevo pues no esta muy bien. Eso seria como las reediciones de discos que hacen las casas discograficas para sacar una pasta: solo una nueva canción pero tienes que comprar el disco entero.

La primera semiedición hace referencia a la Formula 1. El año que gano el mundial el archienemigo de Alonso, ya dije que Alonso no me cae del todo bien, pero tampoco me gustan las injusticias y se pasaron con él en McLAren. La carrera en la que sabia que Hamilton ganaría el mundial no quise verla por la tele. Si algo tiene bueno la realización de las carreras es que buscan el gesto del ganador para que se quede en la mente, como no quise verlo me vine del pueblo a Valencia a esa hora. En el viaje puse la radio, como no, el carrusel deportivo, y me di cuenta de lo absurdo que es el deporte de la Formula 1. Se oía a un señor comentar que unos coches estaban dando vueltas a un circuito, esperando a que llegase el momento justo de cambiar las ruedas y repostar, pero sin poder adelantarse. He de decir que el comentarista era bastante malo y no quería que ganase por nada del mundo Hamilton. Mientras escuchaba la retransmisión pensaba que mas que retransmitir una carrera de coches estaba retransmitiendo el entrenamiento a un caballo, cuando lo atan a un palo y le hacen dar vueltas y vueltas. Esto no se que fin tiene pero es la sensacion que me dio la retransmisión por la radio

La segunda miniedicion viene al pelo, sobre la política. Desde siempre Montilla me pareció un ideal de político, por sus formas, correctas, nada de graciosillos, serio pues la política es algo serio. Siempre que lo veo me acuerdo de que al contrario que otros se tiran los trastos a la cabeza en el congreso y luego al salir se van de cañas tan amigos como si no hubiese pasado nada. Montilla es correcto, nada de grescas y luego tan amigos, aunque ahora habrá que ver que hace una vez que lo han puesto fuera. También una pregunta tonta que me hago, a parte de que todos suelen ganar algo en las elecciones. Si un partido hace una encuesta para crear su programa, luego llegan las elecciones y pierde estrepitosamente, como Montilla, ¿como hacen para analizar las causas de la derrota?, ¿hacen otra encuesta los mismos que ya metieron la gamba?. Otra forma de analizar las causas es que la gente no voto sus ideas porque no las cree convenientes, ¿qué hace el partido? ¿las cambia?, se supone que los ideales políticos no cambian mucho, En mi condición de administrador si un producto no se vende se investiga el por qué, causas, fallos de diseño, publicidad erronea, pero ¿se cambian las ideas asi como asi?, supongo que se maquillaran un poco.

También sobre la política, no comprendo a esa gente que sale a celebrar una victoria política, ¿tantos intereses tienen?, no lo entiendo, yo me puedo alegrar de que gane aquel con el que concuerdan mis ideales, pero celebrarlo, es un poco crispar al perdedor. Perdedor que con el tiempo será ganador pues siempre hay cambios de ciclo. Una vez que hay cambio de ciclo hay que ver la habilidad que tiene para colocarse en otros puestos el que quiere dejar la política, o como se ensconden un tiempo en tareas que no llaman la atención para volver a la primera plana cuando el partido vuelve al poder.

A parte de estas miniediciones tambien he dejado de poner otras entradas que no he considerado oportunas

La entrada sobre que quieres ser de mayor en un principio la pense para contar lo que no quiero ser pero no se porque me puse a escribir y me quedo algo totalmente alejado de lo que buscaba, pero valido, así que algún día tendré escribir aquello que puede haber sido y no quise o no pude.

También podría haber dedicado otra entrada a las joyas de la corona: verde. Pero como fui un torpe destroce el maravilloso Volvo de mi padre, aunque ahora tenga otro que se supone mejor ya no es igual. Me sigo sintiendo mal cada vez que pienso que ya no volveré a tener entre mis manos aquel volante de madera, que eran tan bonito y daba tanto gusto sentir su tacto .Que ya no volveré a escuchar el rugido de sus 2500 centímetro cúbicos que sonaban a camión, ni sus formas cuadradas, esos intermitentes y luces de posición en la orilla de la carrocería que demostraban toda la anchura de una gran berlina Volvo. Aquellas aceleraciones en las que el empuje del motor parecía no tener fin. Aquel termómetro de la temperatura del motor que permaneció imperturbable durante trece años y que en una canción triste hice desaparecer para siempre.

Como esta entrada habla sobre cosas que se me han olvidado últimamente, seguro que algo me olvido

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