martes, 30 de noviembre de 2010

El mar

Toda la vida he vivido cerca del mar, a unos 6 kilómetros, pero sin embargo nunca me ha llamado la atención, hasta el punto que no recuerdo los años que hace que no voy a la playa a darme un baño. De nuevo mi padre me insta a madrugar y correr a la orilla de la playa, mientras me falta el aire miro al horizonte lejano donde se confunden el azul del mar y el del cielo, azul oscuro pues aun no ha amanecido. Mirando el horizonte pienso en que hay mas allá: Formentera, y allí un amigo de mi padre, afortunado porque un día condujo un Ferrari. Este afortunado hombre después de toda la vida en una isla pequeña dice que ya no puede vivir sin tener cerca agua, hasta cuando tiene vacaciones y va al pueblo casi todos los días va andando hasta el rio para ver el agua correr, y yo en cambio me extraño, como casi todos los de Valencia ciudad si el cauce del río Turia lleva agua mas de tres días seguidos.

El mar tan grande tan extenso. Otro pequeño sprint y miro a los pescadores, recuerdo un programa de television en el que decían que la pesca todavía era hoy como hace tres mil años, solo que las cañas o las redes son ahora mayores. Otro sprint ya empieza a verse la luz del sol y pienso en aquella gente que nunca antes vio el mar, que sentirían la primera vez que lo vieron. Casitas bajas junto al mar, barcas en la orilla de la playa. También en aquellos libros y películas de piratas, no tenían miedo de que se hundiese el barco, batallas navales cara a cara sin torpedos ni misiles, además de ahogarse o morir desangrado en el agua salada. Grandes viajeros que se lanzaron a la aventura sin saber que habría mas allá. Grandes rutas comerciales llevando oro durante meses con el miedo a piratas. Gente que una vez se fue y no volvio, sin saber que fue de ellos.

Otra mirada al mar, ya ha salido el sol y se ven grandes cargueros que acaban con el romanticismo mental, barcos cargados de manufacturas chinas, oro negro, humo en las chimeneas. Una pulcra sala de mando con radares, gps, radio satelite. En lugar de rudos marineros hay asiáticos que manejan contenedores enromes como si fuese un tetris gigante. Pero sigue habiendo gente que un día se adentra en el mar y nadie sabe a donde va, ni siquiera si llega. Cruceros llenos de gente en visita de dia.

Menos mal que por lo menos estamos en Noviembre y tengo la seguridad que aunque me quedase toda la mañana la playa no se va a masificar, no habrá sombrillas en la arena, el parking no se llenara de coches, ni las persianas de los apartamentos se van a subir, se oyen las gaviotas, algún coche que pasa solitario, no el ruido del gentío pues los chiringuitos no abrirán. Para que fuese un buen día de otoño debería estar nublado y haber olas mayores, pero no es el caso. Si que hay mas pescadores de los que parecía cuando era aun de noche.

De camino a casa pienso en la música del mar, fuera de música playera, solo me viene a la mente canciones sobre inmigrantes, Reincidentes, Los Suaves "Dulce noche de luna y pateras". Canciones tristes de gente que no encuentra lo que espera. También canciones de marineros ahogados, Mana, Mecano.

No no me gusta el mar, ni la playa, soy hombre de tierra, miro el mar y veo gente que dejo todo atras, gente que sale a trabajar sobre un medio que se tambalea. Rafael Alberti escribió "Marinero en tierra", pero no me gusta la poesia. Tampoco las gaviotas.

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